⚉ FYI: ¡Psss! ¡Psss! ¡Internet está en venta!
#2 NFT Report (part 1): hechos y reflexiones alrededor de la tokenización de las artes.
En tan solo dos semanas desde la primera edición de esta newsletter, el buzz alrededor de los NFT ha explotado a nivel mainstream y conseguido que emprendedores y artistas de todo el mundo estén haciendo sus deberes.
Digamos que, en estos momentos, hay mucha gente informándose y estudiando el mundo de los NFT (non-fungible-tokens): cada nuevo día nos espera un gran titular relacionado con algún nuevo récord de venta o la noticia de que alguna empresa o creador está empezando a experimentar con este nuevo modelo.
Sin demasiadas conclusiones claras y observando más que opinando, una campaña de marketing a escala global está haciendo llegar las letras NFT a cualquier nicho imaginable: tras explicar los conceptos detrás de los NFT, analizar el fenómeno protagonizado por Jacques Greene y destacar a NBA Top Shot como una de las aplicaciones más revolucionarias, esta semana profundizamos en lo que puede ser un cambio de paradigma real para las expresiones culturales.
⚉ ¿Burbuja o revolución? ¿Valor real o valor especulativo?
En uno de los textos más reveladores de los muchos que he leído estas semanas alrededor de lo que significan los NFT, David Hoffman sostiene a grandes rasgos que los NFT están actuando como acelerador de una “revolución de la cultura digital que será financiada a través de Ethereum” y que, según el analista de Bankless, tiene estas secuencias de acontecimientos:
⚇ A un nivel global: la revolución de las crypto tiene que ver con tecnología y el dinero ⏛ casi todo lo que nos define como sociedades tiene que ver con tecnología y dinero ⏛ si cambiamos estas dos cosas es posible cambiarlo todo ⏛ el legado de esta revolución será un supuesto “renacimiento de la cultura humana”.
⚇ A un nivel social: nuestras anticuadas instituciones están únicamente generando beneficio y riqueza para unos pocos ⏛ las generaciones progresan, pero las instituciones siguen intactas ⏛ las generaciones más jóvenes han sido rechazadas por estas instituciones, provocando la misma reacción en ellos ⏛ nuestras sociedades y en especial estas nuevas generaciones viven en un estado de “indefensión aprendida”, donde se es incapaz de encontrar sitio en el mundo ⏛ estos acontecimientos generan una crisis social a escala global resultando en que los más jóvenes están más comprometidos con vehículos de expresión ajenos a las instituciones.
⚇ A un nivel conceptual: los assets a los que damos valor están determinados por nuestros valores ⏛ si algo tiene valor es porque el colectivo dice que lo tiene ⏛ las criptomonedas eliminan el gap entre lo que valoramos y nuestros valores ⏛ las cypto producen nuevos vehículos de expresión cultural que estemos más alineados con lo que realmente deseamos.
⚇ A un nivel económico y organizativo: la forma en que nos organizamos está mediada por la tecnología que tenemos a nuestro alcance ⏛ las nuevas instituciones están siendo construidas alrededor de las criptomonedas ⏛ estas instituciones son ecosistemas donde todos sus usuarios cooperan con un fin común ⏛ allí donde el asset hace a la comunidad y la comunidad hace al asset ⏛ la gran mayoría de estas nuevas instituciones están construidas sobre Ethereum ⏛ Ethereum democratiza las finanzas ⏛ Ethereum es el sustrato que da viabilidad económica a cualquier nueva forma de cultura ⏛ Ethereum es la herramienta económica más potente en manos de los creadores ⏛ nos dirigimos de la centralización a la descentralización.
⚇ A un nivel creativo: arte es la habilidad de despertar los sentidos del receptor ⏛ con las crypto somos capaces de generar vehículos de incentivación digital para la motivación y el desarrollo de las artes ⏛ las crypto favorecen la desintermediación de la distribución entre el creador de arte y el consumidor de arte ⏛ estos nuevos vehículos proporcionan posibilidades para cultivar la auto-capitalización y la posibilidad de que los creadores trabajen para ellos mismos ⏛ los NFT son herramientas de monetización que los creadores pueden usar para esquivar a los intermediarios preestablecidos y las anticuadas instituciones.
Siguiendo el esquema de la polarización, en el rincón opuesto están los diferentes autores y entidades que catalogan a los NFT como una simple burbuja y el enésimo veneno infiltrado por el capitalismo. Además de la ya tratada problemática medioambiental, una de las cosas que más preocupa son las conductas especulativas que estandariza este nuevo modelo:
Un tuit de @heyjenbartel dijo (poco después eliminado):
“Las peores partes del capitalismo + las prácticas de exclusión establecidas del mundo de las bellas artes reempaquetadas y promocionadas falsamente como revolucionarias para los artistas independientes”.
En Mashable, Amanda Yeo también sostiene opiniones que poco a poco se están haciendo impopulares: “los NFT son el feo resultado del deseo destructivo de poseer cosas que no necesitan ser poseídas, simplemente por el simple hecho de poseerlas” argumenta.
El gurú Bob Lefsetz comentó que, “pura y simplemente”, los “NFT tienen que ver con el dinero”: “la especulación es la única razón por la que comprar un NFT, por la capacidad teórica de venderlo a un precio más alto más adelante. De lo contrario, es solo un certificado de autenticidad”.
⚇ Resumiendo, a un nivel global: los NFT resignifican la idea de poseer algo ⏛ ya que los NFT pueden hacer tangible lo intangible ⏛ los NFT privilegian la autenticidad, la originalidad, pero también la escasez ⏛ se invierte en los NFT como se invierte en los objetos de colección: como “reservas de valor” ⏛ los NFT pueden hacer sistémica la idea de que “poseer algo está por encima de experienciar ese algo” ⏛ se invierte en los NFT motivando de forma mayoritaria dos tipos de conducta nihilista con respecto al “valor” de algo: el cinismo (algo vale lo que el mercado dice que vale) y el sentimentalismo (algo vale no por su precio sino por su valor) ⏛ la creencia de que los NFT aportan un beneficio a corto plazo se extiende de forma viral provocando un inmenso tráfico de transacciones puramente especulativas.
⚉ “Tiene un valor incalculable”.
Todos recordamos cuando alguien define una obra de arte como "de valor incalculable". Automáticamente pensamos que esas obras no pueden ser compradas, que están fuera del mercado por su relevancia cultural. Normalmente son aquellas obras de arte únicas que han trascendido la propia idea del valor monetario y pasan a ser una especie de patrimonio universal. Las personas a menudo peregrinan por el simple hecho de verlas de cerca, pagando por ello. La idea de “poseerlas” está bloqueada y ya ni se contempla.
En el mundo de los NFT se está promoviendo a este nuevo modelo como la mejor analogía digital para imitar el mercado físico del arte, aunque, ¿en algún momento existirá un criterio unánime que decida retirar del mercado de los NFT una obra que se considere, por su relevancia, de valor incalculable?
La idea de que una certificación digital de autenticidad es valiosa y la obra de arte infinitamente reproducible no lo es en sí misma genera interesantes cuestiones alrededor de la autenticidad y, por supuesto, el arte. En concreto, nos traslada a una dimensión que una vez más prueba que las prácticas, procesos e ideologías del capitalismo financiero se están apoderando de las formas en las que intercambiamos bienes culturales.
De alguna forma, en el mundo de los NFT, todos los que hayan mercadeado con algún bien cultural, están (consciente o inconscientemente) ejecutando una práctica muy parecida al venture capital. Inversión con anticipación con el propósito (directo o indirecto) de esperar unos réditos.
“Estás comprando sentimiento” dijo el capitalista de riesgo Ben Horowitz al New York Times. En otra entrevista para la BBC, el coleccionista digital WhaleShark habló del interesante concepto de “escasez de procedencia” en los bienes digitales y comentó al respecto del furor de los NFT:
"Las NFT también brindan a los coleccionistas no tradicionales como yo la oportunidad de recopilar arte de forma anónima en un entorno sin prejuicios, al tiempo que eliminan los desafíos futuros que plantean las limitaciones del espacio físico y la degradación que vemos en las obras físicas".
⚉ La cultura del reselling como mecanismo de acceso e intercambio.
En 2019, IKEA lanzó en colaboración con Virgil Abloh la colección MARKERAD: entre otras piezas, destacaba un luminoso del cuadro de La Gioconda, de Leonardo Da Vinci. Una pieza que usaba el símbolo de una obra de arte de “valor incalculable” situándola como una especie de souvenir en un contexto completamente distinto (no en el Louvre, sino en el hogar de cualquier persona), aunque manteniendo su naturaleza real: la exposición como un patrimonio universal.
Las piezas de aquel luminoso llegaron al mercado en una cantidad de piezas limitada, y como otras de las creaciones de Abloh para la mencionada colección, circulan todavía con fuerza en los mercados de reventa. Alguien es capaz de pagar alrededor de 200 euros o más por un luminoso de La Gioconda, una pieza que bien podría haber creado el mismo museo que tiene el orgullo de exponer la obra y podríamos comprar por mucho menos si viajamos a París. Aunque lo que importa menos es el objeto en sí mismo.
De la misma forma, unas zapatillas con el logo de Lidl se agotan en minutos y salen a reventa por un precio 10 veces mayor. Este fenómeno se parece mucho a cuando alguien observa en el hombro de otra persona la tote bag del New Yorker y lo identifica como un símbolo de estatus intelectual.
¿Qué es lo que ocurre aquí? Podríamos decir que lo que ocurre es “el aura de exclusividad”, o dicho de otra manera: si combinamos la autenticidad con la originalidad y la escasez obtenemos una credibilidad cultural inmediata.
Ya que los NFT están pensados esencialmente para ser artículos limitados y exclusivos que pueden revenderse una vez adquiridos, se pueden conectar fácilmente con la cultura del reselling, establecida en innumerables nichos pero predominante en el lifestyle y la moda.
En una entrevista con Shawn Reynaldo, Jacques Greene planteaba una analogía realmente interesante: imaginar la cultura como un mercadillo de sneakers raras. De hecho, sin ir más lejos, NBA Top Shot ya está etiquetando sus productos bajo las tipologías de “Rare”, “Common” y “Legacy”. Imaginemos entonces que los NFT se extienden como uno de los modelos mayoritarios en el intercambio cultural y la lógica del coleccionismo en la tasación se estandariza.
⚉ ¿No más intermediarios? ¡MÁS intermediarios!
En el universo de las crypto existe mucha gente que ha acumulado muchísima riqueza. La expansión de los NFT como modelo de venta artística posibilita que estos inversores puedan financiar a artistas (y por tanto, motivar a otros artistas) como lo hacían las grandes élites italianas del Renacimiento.
Por otro lado, una de las promesas fundamentales de Ethereum es la eliminación de la intermediación a través de su software financiero basado en contratos inteligentes.
A simple vista parece un futuro ideal para cualquier persona creativa: un porvenir en el que podrá sacar adelante su obra sin intermediarios en un mercado donde hay mucha gente dispuesta a invertir.
Aunque, observando un poco más de cerca y dejando de un lado la teoría, se perciben algunas deformaciones:
⚇ Lo rápido que han adoptado este modelo las casas de subastas ejerciendo el mismo rol de intermediarios en las ventas de obras de arte hace sospechar que los mencionados intermediarios no van a desaparecer, sino a multiplicarse.
⚇ Algunas galerías de arte ya están preparando marketplaces de NFTs que, por supuesto, favorecerá el minteado de sus artistas en nómina.
Si el mundo de los NFT tiene una conexión casi natural con el mercado analógico del arte, ¿por qué seguimos pensando que la revolución de estos assets eliminará del mapa a los intermediarios?
⚉ ¡Internet está en venta!
Ya no se trata solo de consumir, ahora también se puede poseer. Es lo que, principalmente, facilitan los NFT: cualquier asset se puede tokenizar y vender en la cadena de bloques. Y como comentaba al principio de este boletín, uno de los principales motivos por los que las nuevas generaciones los están interpretando como una manera de abandonar las antiguas instituciones.
Otro de los titulares que han aparecido en el mass media en las últimas dos semanas ha sido el referente a la venta del primera tuit de la historia por parte del fundador de la plataforma, Jack Dorsey, un gran defensor del Bitcoin. Posiblemente buscando servir como ejemplo, Dorsey nos ha brindado la mejor explicación posible para el futuro ya no del arte, sino de los contenidos que creamos y albergamos en Internet.
El tuit, realizado en marzo de 2006 y puesto a la venta bajo subasta en la plataforma Valuables, alcanzó los 2,5 millones de dólares. La plataforma en cuestión sirve los tuits vendidos “autografiados”, certificando así que la propiedad de un tuit es de la persona que lo ha comprado. Ese certificado no otorga apenas algún poder sobre el contenido: según los términos de Twitter, el tuit sigue siendo propiedad de su autor original, así que si decidiera eliminarlo/ocultarlo, solo quedaría constancia de la compra y propiedad en la cadena de bloques.
Este acontecimiento desvela que los NFT son tan solo la punta de un gran iceberg que lleva tiempo acercándose a nosotros y que las crypto bien pueden ser la tecnología más disruptiva desde el iPhone. La lógica nos dice que si Jack Dorsey puede vender uno de sus tuits, al que se le da valor por su relevancia histórica, cualquier otro contenido que hoy por hoy levita en Internet puede ser puesto a la venta.
Esta situación o posibilidad eleva la conversación de los NFT a un nuevo nivel, sobrepasando la intención unánime de gran parte de los creadores de contenido de experimentar con una economía individual y/o auto-capitalización. Esta especulación nos traslada la idea de que Internet va a convertirse en un gran mercado de coleccionables. Incluso entidades como Associated Press ya están creando los suyos.
⚉ Los NFT salvarán a la imagen (y a los falsificadores)
Plataformas como Instagram han devaluado lo que entendemos como imagen. Las imágenes han perdido valor y la proliferación de los perfiles en estas redes sociales pueden hacernos pensar que la única forma de experienciar el arte es a través de su mediación.
Los NFT nos permiten ser propietarios de assets digitales, assets que pueden ser posts de Instagram, TikTok o Facebook. Incluso, y por ahora, parece que da igual si el contenido que aparece en ese post es verificable como tuyo.
Una vez más, nuestro uso de los NFT puede contradecirse con la naturaleza real de los NFT: assets digitales únicos. Ya existen usuarios que están poniendo en evidencia que cualquier puede capturar una imagen de Internet y tokenizarla, sin que exista una verificación de la autoría de la misma.
Productos pensados para ser no replicables y no reproducibles que pueden atraer una nueva alternativa digital a los falsificadores del arte analógico. La reproductibilidad infinita que nos ha proporcionado Internet durante años: la facilidad con la que puedo coger una imagen y guardarla en mi teléfono para acto seguido colgarla en mis RRSS.
Recordemos uno de los casos más relevantes que puso en evidencia este sesgo en una de las plataformas más relevantes, zora.co: el usuario que adquirió el NFT de David Rudnick y decidió tokenizar la captura de pantalla del mismo poco después.
En el manifesto de la misma zora.co se encuentra un párrafo que simplifica fácilmente la revolución que “pueden suponer” estas “instituciones culturales colectivas” (como las acuñan Mat Dryhurst y Holly Herndon):
“We bring meaning, we bring value. We’re what people believe in. What’s Louis Vuitton without Virgil? UMG without Taylor Swift? NBA without LeBron? Adidas without Yeezy? What’s Instagram without you? We bring the noise and it’s time to take it somewhere owned by all of us.”
⚉ Otro término que heredamos del universo financiero: el Wash Trading
A estas alturas muchos de tus cercanos ya se han enterado que la subasta en Christie’s de la obra EVERYDAYS — THE FIRST 5,000 DAYS del creador Beeple alcanzó los 69 millones de dólares, la tercera suma más grande adquirida por un artista vivo. Fue adquirido por MetaKovan, el fundador del fondo Metapurse.
MetaKovan es también la entidad detrás de los tokens B20, con los que pretende fraccionar la propiedad de todos los artworks de Beeple que están comprando. Esta relación hace pensar en algunas especulaciones: que en un futuro las obras de arte puedan ser propiedad de colectivos y que en el mundo de los NFT, así como en el de las criptomonedas en general, se extienda la práctica fraudulenta del wash trading o volumen de lavado (cuando empresas compran y venden los mismos activos financieros para generar una falsa sensación/ilusión de demanda del mercado).
El medio digital Quicktake puso esta última cuestión sobre la mesa esta pasada semana, preguntando incluso a un representante de Nifty Gateway, quién aseguró que desde la plataforma se monitorean las transacciones en busca de actividad anormal.
Aunque no está probado que en el mercado de los NFT artístico esté existiendo wash trading, las compras del fondo Metapurse podrían no estar pensadas para ser después puestas a una suerte de propiedad colectiva y compartida; es un hecho que los elementos que hacen a Blockchain un estandarte de la privacidad pueden convertirla en la perfecta herramienta para inflar precios y valores sin dejar demasiado rastro.
⚉ NFTs que reivindican la conversación sobre el medioambiente.
Como comentaba en la primera edición de esta newsletter, la conversación que más fuerza está ganando en Internet sobre los NFT es la relacionada con la supuesta deuda con el medioambiente de esta tecnología. Aunque ya se están poniendo en práctica soluciones, una fuerte corriente de opinión está situando a las criptomonedas como uno de los grandes enemigos del cambio climático.
Uno de mis diseñadores especulativos favoritos, Ted Hunt, documenta el proceso de un proyecto finalmente no publicado en el que generaba un NFT para elevar la propia conversación de lo perjudicial que es mintear para los recursos medioambientales.
El llamado “Non-Non-Fungible-Token” está basado en los conceptos desarrollados por Sven Eberwein y presenta una compleja aunque reveladora forma de revertir el daño que el minteo puede provocar.
⚉ ”I can’t believe you morons actually buy this.”
Ver como se destruye una obra es uno de los deseos y acciones más recurrentes en las esferas artísticas; de Yves Klein a Banksy, la significativa performance de quemar una obra de forma deliberada representa el cinismo imperante del mundo que habitamos.
“Vemos esta obra ardiendo como una expresión del arte en sí mismo” dijo en un vídeo publicado por la cuenta BurntBanksy Mirza Uddin, el portavoz de Injective Protocol, mientras quemaba una copia de la serigrafía del misterioso artista británico titulada Morons (donde se puede ver una irónica estampa en, precisamente, una subasta artística).
Injective Protocol compró la serigrafía datada en 2006 por 95.000 dólares para quemarla hace unos días y vender el NFT de la performance en vídeo por unos 380.000 dólares. Según comentaron, lo que buscaban era "inspirar a los entusiastas de la tecnología y artistas con esta declaración, además de conectar el mundo del arte físico con los NFT”.
La obra de Banksy, artista cuyo discurso habla, entre otras cosas, sobre el concepto de “permanencia”, presenta una subasta en Christie’s llena de compradores y la frase: ”I can’t believe you morons actually buy this.”
En la descripción del vídeo en YouTube se puede observar: “Creemos que este evento encapsula la primera gran transición de una pieza de arte físico a una digital”, como si se tuviera que dar una simbólica ceremonia en la que la pieza analógica es destruida para dar lugar a un NFT.